LA META DE LA VIDA
La afirmación concisa de la meta de la vida misma fue uno de los descubrimientos más fundamentales de Dianética. Este principio dinámico de la existencia del hombre fue descubierto por L. Ronald Hubbard, y a partir de ahí se resolvieron muchas preguntas que hasta ese momento estaban sin respuesta.
Se puede considerar que la meta de la vida es la supervivencia infinita. Que el hombre intenta sobrevivir ha sido un hecho conocido desde hace mucho tiempo; pero que esta sea su motivación principal es algo nuevo. Se puede demostrar que el hombre, como ser vivo, obedece en todas sus acciones y propósitos a la orden única de: “¡Sobrevive!”.
Este es el factor común de toda la vida, y de ahí surgió la solución definitiva a las enfermedades y aberraciones del hombre.
Cuando “¡Sobrevive!” se aisló como el impulso principal que explicaba todas las actividades de los seres vivos, fue necesario estudiar más a fondo la acción de la supervivencia. Y a partir de esa investigación, se descubrió que cuando se consideraba que el dolor y el placer eran parte de la ecuación, se tenían al alcance los ingredientes necesarios con los que comprender todas las acciones de la vida.
La supervivencia no es sólo la diferencia entre la vida y la muerte. Existen varios niveles de supervivencia.
Cuanto más capaz sea alguien de dirigir su vida e incrementar su nivel de supervivencia, más placer, abundancia y satisfacción tendrá la persona.
El dolor, la decepción y el fracaso son el resultado de acciones que impiden la supervivencia.
Por lo tanto, las acciones que se desvían del dolor en dirección al placer, puede decirse que fomentan la supervivencia.